Son casi las seis de la mañana y me despierto pensando en toda la gente que ha pasado la noche construyendo el muro popular en Ondarru, me acuerdo de Urtza y con el presentimiento que ayer teníamos al acostarnos de que esta noche el PNV iba a mandar la Ertzaintza a cumplir las órdenes de la Audiencia Nacional, entro en Twitter para saber qué es lo que ha pasado. Desde Twitter escucho la sirena de Ondarru, voz del mar que avisa que esa policía, sumisa al inmovilismo del PP, está llegando… Vienen desde Mutriku, por tierra y mar… Casi cuarenta furgonetas y patrols y varias lanchas patrulleras están en camino. El muro popular empieza a formarse , parece que llueve, pero el ánimo está bastante animado. Llegan a la Alameda de Ondarru desde todas partes del pueblo, vecinas, vecinos que quieren formar parte de ese muro popular. En Twitter empiezan a llegar mensajes desde toda Euskal Herria.
A ti te han despertado de ese duermevela bastante antes. Te han avisado en la vigilia en la que cientos de personas han convertido la noche, una noche que puede traer fantasmas y demonios. Pero los malos sueños, esta vez, llegan al despertar, llegan en veloces barcas, llegan en una interminable fila de carros, con el único objetivo de volver a detener y volver a encarcelar a alguien de este Pueblo, un Pueblo que, pese al ejército que los señores y jauntxos se empeñan en hacer caer sobre él, sigue adelante, construyendo su futuro, desobedeciendo, rebelándose y creando un muro popular en todo el País, un muro de dignidad y compromiso.
Mientras me preparo el desayuno sigo leyendo a @iontelleria, @ander_prz o @larbelaitz. Nos cuentan que el puente peatonal, símbolo de esta resistencia, ha ido llenándose poco a poco, formando ese muro popular, ese muro solidario y ese muro desobediente. Eutsi gogor!!! Los mensajes de solidaridad recorren las redes sociales, los watshaap se llenan de avisos para decir que vienen. Hay quien desconfía de Internet. Hay quien dice que Internet a deshumanizado la propia comunicación personal y no le falta razón seguramente, aunque siempre nos queda la decisión personal de cómo utilizar ese instrumento. En este caso somos miles las personas que estamos formando en esos momentos el muro popular de la dignidad, un muro que se está formando en Ondarru, que ya lo hizo en Donostia y que sigue en cada una y cada uno de nosotros.
Tu, mientras los agentes del orden español en suelo vasco ya han llegado, has subido al puente con otros cientos de personas, estáis cansados, pero la fuerza de la solidaridad y, sobre todo, de la dignidad os empuja a seguir dando ejemplo de lo que este Pueblo es capaz de hacer por defender su futuro en libertad. El puente ha quedado bloqueado con un mar de abrazos. Ahí está la juventud, verdadero motor de esta dinámica rebelde, junto a ellos y ellas, amonas, aitonas, representantes políticos de EH Bildu que nos demuestran que no todos los políticos son iguales y que hay otra forma de hacer política con y junto a la ciudadanía. Llueve sobre Ondarru, pero es lluvia que limpia nuestras conciencias, que las une entre si creando una conciencia de Pueblo. Unos ojos os miran tras los cascos rojos y os miran con incredulidad, con la incredulidad de quien solo sabe cumplir órdenes sin preguntarse nada más y con la incredulidad de quien al llegar a casa prefiere que ésta duerma ya para no tener que responder con mentiras a las preguntas. Algunos preferirían no estar ahí, no tener que esconder su cara de vergüenza tras una malla negra y no tener que arrastrar la resistencia de jóvenes, mayores, mujeres y ancianos por el suelo de su propia impotencia. Es su suelo ético, dicen.
Las imágenes empiezan a llegar. Las imágenes de cientos de personas unidas para proteger a una sola. Las imágenes de todo un Pueblo desobedeciendo de forma pacífica. Las imágenes de mil personas rodeadas por cientos de policías cantando Lepoan hartu eta segi aurrera! Y se nos pone la carne de gallina. Y se me hace un nudo en la garganta. Porque esas imágenes me producen dos sensaciones muy diferentes. Me producen orgullo por lo que ahí se está haciendo, porque estoy seguro que estamos siendo testigos de una página muy importante de nuestra historia, de una página que está marcando un antes y un después. Dentro de unos años se hablará de la época del herri harresia y se dirá lo qué significó en la resolución del conflicto y en la propia construcción de Euskal Herria. Recordaremos que aquello empezó en Donostia, continuó en Ondarru y siguió en muchos pueblos, barrios y ciudades de toda Euskal Herria. Y nos llegan también las otras imágenes. Las de esa policía del PNV empleando sus impecables métodos para romper el muro popular de solidaridad y resistencia. Y vemos a un señor con casco amenazando a una señora parlamentaria, y vemos a un señor de negro con la cara tapada pisando los dedos de un joven para que se suelte de ese muro humano, y vemos a tres policías arrastrando a un señor de setenta años para echarlo del muro, y vemos a ese señor aguantando y con una dignidad que los cipayos que le llevan no llegan a comprender, y vemos a un grupo de mujeres negándose a abandonar a sus hijos, nietas, a sus hermanas y a sus compañeros y enfrentándose a unos tipos armados y sin razones. Y es por eso que se me mezclan los dos sentimientos contradictorios que antes decía. Uno es, ya lo he dicho, de orgullo. Pero el otro es de tristeza. Tristeza al ver que todavía en este Pueblo seguimos sufriendo y porque hay quien prefiere ser sumiso a la inmovilidad de todo un Estado en vez de sumarse a una resistencia pacífica que ahonde en los pasos que la mayoría de ese mismo Pueblo ha decidido dar en la búsqueda de una solución al conflicto político que vivimos desde hace ya demasiados años.
Los agentes del orden español llegan por fin hasta donde tu estás y en ese momento te levantas y se te escucha pedir calma a quienes están contigo sentados resistiendo y, sobre todo, calma a quienes están deteniendo a esas personas tratándolas, en muchos casos, como si fueran bestias. Y llegan, te cogen, entre tres, te agarran del cuello, no vaya a ser que se te ocurra gritar nada más, y se te ocurre. Gritas que no es tiempo de detenciones y gritas un eskerrik asko Euskal Herria! que llega hasta el txoko más perdido de este pequeño País. Te llevan, a empujones, pero con la cabeza bien alta, antes de introducirte en la furgona vuelves a gritar jo ta ke! y con ese grito nos quedamos, un grito que pasa de la resistencia a seguir luchando por este Pueblo. Y seguiremos trabajando, claro que si Urtza.
Poco a poco la Alameda se va despejando. El puente se ha quedado vacío. Se van las gentes armadas. Unos siguen provocando, pero nada han conseguido. Otros se van mirando al suelo, incapaces de mantener la mirada a todo un Pueblo, ni siquiera tras el pasamontañas y escondida en el casco. Y se queda la gente, en una asamblea cuyo mensaje final es un mensaje de esperanza: se han llevado a Urtza, pero hemos ganado. Y es que Euskal Herria ha vuelto a dar hoy un paso de gigante en su determinación por seguir buscando una solución democrática y humana al conflicto. Llegarán nuevos muros populares que volverán a ser nuevas llamas encendidas en el camino a seguir para lograr un futuro en paz y libertad, para todas y todos, sin excepciones. Y quedarán para siempre en nuestra memoria colectiva e individual.
Urtza, no se dónde estás ahora, si estás en una celda sola o con alguna compañera, si mañana te llevarán lejos de Euskal Herria o qué harán. Pero tengo muy claro que esta noche vas a dormir con una sonrisa en la boca, la sonrisa que muchos y muchas por todo el País tendremos, pese a que se nos haya quedado un nudo en la garganta, porque, una vez más, habéis demostrado, has demostrado, hemos demostrado, este Pueblo ha demostrado, que el futuro se construye paso a paso y se construye desde el hoy, desde el ahora y que, pese a órdenes y mandatos, vengan de donde vengan, siempre hay y habrá un espacio para la rebeldía, para la solidaridad, para la lucha, para la insumisión, para el compromiso y para la esperanza.
Muxu haundi bat Urtza, benetan niretzako eredu laztana izan zarelako. #resisturtza! #eutsiurtza!!!