En los días posteriores a las elecciones municipales, estuve tentado a escribir algún tipo de valoración política, pero ni era mi cometido, ni era el momento. Ese tipo de reflexiones se han ido haciendo en diferentes ámbitos y foros. Lo que sí tengo claro, es que una buena parte del electorado valoró el trabajo realizado en estos últimos cuatro años otorgando su confianza a quien lideró el Ayuntamiento del cambio entre 2015 y 2019. Fueron unos resultados espectaculares que hay que mirar con las luces largas. Con luces cortas solo nos quedamos con la imagen de la pérdida de la alcaldía y lo que eso va a significar para esta ciudad progresista. Por otro lado, ese mismo electorado castigó con dureza la absoluta irresponsabilidad que algunos partidos demostraron en la pasada legislatura. La demagogia de quien pensaba que podía gestionar áreas del Ayuntamiento en base a las decisiones de cuatro (literal) iluminados reunidos en asamblea, fue pagada con la práctica desaparición de ese sector político. Los ayatolás no pueden ir dando por ahí lecciones de política de izquierdas a nadie y menos a nosotras. Así mismo, hubo quien consiguió aglutinar el voto conservador de manera eficaz, cumpliendo con los objetivos marcados desde el propio Estado e imponiéndose a la mayoría progresista que es Iruñea. Más allá de ese interés impuesto fuera de la ciudad, un tercio del electorado decidió darles su voto. Mi respeto, como no puede ser de otra manera, a todas las vecinas y vecinos, más allá de su voto.

En estos últimos cuatro años he vivido en primera línea un momento histórico en la ciudad, donde hemos demostrado que hay otra manera de hacer política y de gestionar las instituciones desde la calle. Han sido cuatro años en los que he trabajado codo con codo junto a personas con una valía extraordinaria, con quien fue, posiblemente, el alcalde más cercano a la realidad que ha tenido Iruñea. Gente con un conocimiento enorme, y sobre todo con una capacidad de trabajo impresionante. Veinticuatro horas al día, siete días a la semana. Cuatro años muy intensos, llenos de experiencias preciosas. La posibilidad de gestionar la política municipal para intentar construir una sociedad más justa y solidaria, es algo impagable. Eskerrik asko por esta posibilidad.
Ha sido un tiempo en donde hemos tenido la oportunidad de escuchar a muchas personas, sus problemas, sus proyectos, sus anhelos. Personas de todo tipo que en otras circunstancias difícilmente hubiese podido conocer. La escucha es, probablemente, el valor más importante de estos cuatro años y creo, sinceramente, que hemos gestionado desde la escucha. En el día a día de las relaciones entre los grupos, en cambio, ha sido lo que más he echado en falta. Quizás sea ingenuidad, pero me sorprendió que concejales que no eran del cambio, en los primeros meses de la legislatura tuviesen una relación normalizada con quienes formábamos parte del Ayuntamiento del cambio y después, de un día para otro, mudasen a un gesto agrio, amargo y seco. En mi casa me enseñaron que el saludo no se puede negar a nadie, por eso quedarme sin devolución de un saludo en las escaleras de la casa consistorial me sorprendía. Qué pena. Esa incapacidad de algunos a la escucha, se tradujo en unos debates políticos ásperos, tensos, agresivos y violentos. La política debiera ser el debate de las diferentes ideas y no el ataque a quien piensa diferente. Si por mi parte ha habido algún momento en que he contribuido a ello, pido públicas disculpas. Pero más allá de nuestros errores, nuestro trabajo en el ayuntamiento ha sido responsable con la institución y la ciudad y leal con quienes nos llevaron a ella.
Creo que fuimos capaces de llevar al Ayuntamiento humildad para servir, capacidad de trabajo para construir, apertura para gobernar, escucha para buscar soluciones, determinación para avanzar en la justicia, diálogo para llegar a consensos, ilusión por nuestra ciudad, la de todas y todos. Espero que seamos capaces de seguir llevando estos valores, con una sonrisa en la boca, allá donde estemos y en el papel que en ese momento vayamos a realizar.
Ahora toca seguir aportando nuestras ilusiones y propuestas a la construcción de la Iruñea del mañana, de su convivencia, de la igualdad para hombres y mujeres. Una ciudad donde la diversidad sea una riqueza y seamos capaces de escucharnos. Una ciudad donde la prioridad sean quienes peor lo pasan. Iruñea, Pamplona, es una ciudad que no acepta el encorsetamiento impuesto de nadie, que recoge muy diferentes lecturas de sí misma, seguramente tantas como personas la habitamos y que va más allá de cualquier sigla política. Las variables son casi infinitas y aquí nada es sota, caballo y rey. No solamente es una ciudad con una completa paleta de colores, sino que los matices de todos esos colores son de intensidades y grados diversos. Es nuestra responsabilidad, más allá de la responsabilidad que tiene quien en estos momentos gestiona la institución, seguir pintando el lienzo de Iruñea con esa paleta multicolor. Hagámoslo, como siempre lo hemos hecho. Lo dicho, luces largas, sonrisa y a seguir construyendo la Iruñea del siglo XXI.
Eskerrik asko.
Gracias por todo el trabajo que habéis realizado durante estos 4 años (no comento los anteriores y posteriores) dejándoos mucho vuestro por los demás.
Nos conocemos y nos queremos osease ESKERRIK ASKO un besazo!!💜
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