Quiero aprender de mí mismo, ser mi propio discípulo, conocerme y penetrar en ese enigma llamado Siddharta.
Siddhartha, de Hermann Hesse, es uno de esos títulos que aparecen casi siempre en las listas de los mejores libros para leer en la adolescencia y en la juventud. Y la cuestión es que cada persona tenemos nuestra propia historia literaria, nuestro propio crecimiento a través de los libros y no siempre coinciden con este tipo de listas. Y esto, siendo muy optimistas, porque, desgraciadamente, la buena literatura cada vez es menos parte del crecimiento en la adolescencia y la juventud, algo que contrasta con los datos que dicen que cada vez se lee más. Otra cosa será qué se lee. En fin, a lo que vamos. El caso es que yo el libro que señalo no lo leí ni en la adolescencia, ni en la juventud. Otro día igual me pongo a repasar qué leía entonces. ¿Y por qué aparece en este tipo de listas? Principalmente porque es un libro de búsqueda y crecimiento. Y ahí, creo, está el problema. Seguimos pensando y creyendo que llegada una edad se para de crecer y se deja de buscar. Error. Gran error. Es falso que dejemos de crecer. Incluso físicamente seguimos desarrollando nuestro cuerpo hasta que dejamos de existir. Y no digamos, ya, si hablamos de crecimiento intelectual. Se supone que nuestro intelecto sigue creciendo, en gran medida gracias a la experiencia. Aunque si nos fijamos en algunos modelos de adultos que incluso gobiernan países podemos dar esta afirmación como falsa. En cuanto a la búsqueda, yo la vida no la concibo sin ella. Para mí, la vida es búsqueda. Pues eso, que creo que este libro en concreto, es perfecto para cualquier edad.
Hesse, premio Nobel de Literatura en 1946, fue un buscador nato durante toda su vida y un humanista en un momento en el que los valores humanos fueron derrumbándose por todo el mundo. Este alemán contrario a la idea absolutista que representaba el nazismo, se dedicó a la búsqueda de la espiritualidad humana a través de sus libros, algo que no fue bien entendido en esa época y a pesar del Nobel del 46, poco a poco fue olvidado, muriendo en 1962 sin que eso supusiese apenas noticia para sus contemporáneos. A finales de los 60, en plena revolución hippy, empezó a ser rescatado del olvido, principalmente en Estados Unidos y sus obras volvieron a ser editadas, convirtiéndose la mayoría de ellas en best-sellers.
Siddhartha fue publicada en 1922, cuando el autor tenía cuarenta y cinco años de edad, fruto de un viaje que le llevó por todo oriente, principalmente India y China. En ella ahonda, con la historia del joven Siddharta en búsqueda del significado de la vida y el destino en la vida de las personas. Esa búsqueda le lleva, como a Buda, a probar diferentes caminos. Pero estas no dan fruto alguno para el joven Siddhartha que acaba cerrando el círculo al buscar y encontrarse con el Buda Gautama. Pero tampoco este encuentro agota el ansia de búsqueda del joven, que busca un camino propio, individual, hacia la perfección. Busca, también, en el amor, de la mano de una cortesana, Kamala, camino que no le colma. Vuelve a proseguir su busqueda hasta encontrar a un humilde barquero, Vasudeva, con el que aprende a descifrar el sentido del río, de su naturaleza, como reflejo del río de la existencia humana y que, por fin, le dará la paz, lejos del mundo del deseo, de la satisfacción de los sentidos, de la ambición y el poder o la fama.
Yo la comencé a leer en el aeropuerto de Barcelona y la terminé a la sombra del Vesubio, pero esta novela puede ser leída por cualquiera, en cualquier lugar y en cualquier momento. Solo hace falta buscar. Una novela para quien no tiene miedo a seguir buscando, para quien cree que tiene casi todo por aprender, para quien se queda mirando una mariposa que vuela cruzándose en su camino y se admira y para quien cree que esta vida es un camino de crecimiento. Bueno, y también para quien se sienta atraído por la India, para quien no tenga miedo de lecturas pausadas y para quien disfrute con enseñanzas que su propio camino le ofrece.
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