introducción a lo sublime

Berlín, una tarde de 1829, Felix Mendelssohn da comienzo a la interpretación de una obra que ha permanecido olvidada casi un siglo. La Matthäus-Passion volvía a la vida gracias a un joven músico, de apenas 20 años, que la ejecutó en versión abreviada dirigiendo a la Berliner Sing-Akademie. Y se hizo la luz. Sirva esta entrada como introducción a la obra musical más sublime de todos los tiempos. No será la única vez que aparezca La obra en este blog. Tres coros, dos orquestas y seis solistas. Matthäus-Passion, BWV 244, de Johann Sebastian Bach. ¡Vamos a ello!

Estamos ante algo grandioso
Estamos ante algo grandioso

El maestro Bach era, desde 1723, el kantor de la Thomasschule (la escuela de Santo Tomás) de Thomaskirche de Leipzig, esto es, el maestro de música (y latín, aunque de esto pasó olímpicamente) de dicha escuela y el músico-director de la iglesia de Santo Tomás. Después de estar varios años ocupando diferentes puestos en diversas cortes alemanas, decidió que el puesto de la iglesia de Santo Tomás, un puesto de funcionario, era lo mejor para él y su familia. Porque resulta que ese puesto dependía directamente del Ayuntamiento de la ciudad y su función no era exclusivamente el aspecto musical de dicha iglesia, si no que abarcaba otras como la de Nikolaikirche (San Nicolás) y Paulinerkirche (San Pablo), esta última, la iglesia de la Universidad. Fue una época marcada, hasta el fin de sus días, por las desavenencias con el propio Ayuntamiento, que no atendía de forma conveniente las peticiones del músico. Se quejaba de la falta de instrumentos para interpretar las obras, teniendo en cuenta que tenía que componer una cantata para cada domingo y festividad litúrgica y a veces civil. El caso es que la liturgia tiene tres ciclos, así que completar los tres ciclos cuesta tres años. Imaginad la de cantatas y obras que tuvo que componer para todas esas fiestas.

Y llegada la Semana Santa y teniendo en cuenta que Leipzig era una ciudad donde imperaba el luteranismo, y como les encanta cantar himnos y corales y demás, pues en esas fechas se le doblaba el trabajo y tenía que componer e interpretar la propia Pasión de Jesucristo. Ni más, ni menos. Vamos a ver. Ya se que el tema no es lo más apetecible y tal, pero miradlo de esta forma. La Pasión es la historia de un tío que andaba por ahí hablando de manera un tanto revolucionaria al que unos colaboracionistas de los romanos le acusan de querer subvertir el orden establecido y eso en aquellos tiempos, como ahora, era el copón de la baraja. El romano de turno, un tal Pilatos, intenta desentenderse, pero los los del Sanedrín y tal (los sacerdotes hebreos) insisten, los muy cabrones. El caso es que, ya en plan desatados, al pobre Jesús, que así se llamaba el tío en cuestión, le hacen perrerías, lo torturan, le hacen desfilar por la ciudad medio desnudo después de ser torturado y cargando un madero de donde lo van a crucificar. Lo crucifican y claro, pues se muere. Quitadle todo el significado religioso por un momento, quitadle toda la cobertura añadida y os encontraréis con una historia terrible, desgarradora. Pues bien, el bueno de Bach consigue trasladar de manera sublime esos dos capítulos del evangelio de Mateo, añadiéndole unos himnos y poemas con ayuda de un amigo llamado Picander, exponiéndonos de manera impresionante el propio drama humano que nos cuenta ese libro. Un drama humano que a lo largo de nuestra historia y aún hoy se ha repetido constantemente, para desgracia de la humanidad. Los inocentes siguen siendo condenados, las torturas se siguen empleando por países supuestamente democráticos, el colaboracionismo con el sistema está a la orden del día, etc. Pero si profundizamos en los sentimientos humanos que estos hechos producen, nos encontramos con la tristeza, la incomprensión, la culpa, la esperanza, la delicadeza, el amor, la pena, el dolor, el arrepentimiento, la traición, la amargura, el descanso, la confianza, la pasión… Todo eso es la Pasión según San Mateo, la Matthäus-Passion, BWV 244 de Bach. La obra más sublime compuesta en todos los tiempos. ¿Recordáis que os dije que me solían decir que era muy categórico? En este caso, no hay más remedio, lo soy.

Coro I: "Venid, hijas, llorad conmigo".
Coro I: «Venid, hijas, llorad conmigo».

En esta entrada no os voy a contar toda la historia de cómo Bach compuso esta magna obra (hablo ya como los locutores de Radio Clásica…), porque ya os he dicho que volveremos a ella en repetidas ocasiones, así que voy directamente a la parte que quiero comentar, que no es otra que el propio comienzo de la Pasión (Bach compuso otras pasiones, pero a esta se le conoce como La Pasión). La obra comienza con el primer número, el Kommt, ihr Töchter, helft mir klagen (Venid, hijas, auxiliadme en el llanto), que interpretan tres coros cantando cada uno su parte, porque sí, en esta obra hay tres coros, ni más ni menos (y dos orquestas). Podría decirse que en esta introducción queda resumida toda la obra y ya desde el principio, con las primeras notas instrumentales, queda patente el sentido trágico de esta historia. Se presiente una tensa calma, antes de que comiencen los coros. Nos situamos en los prolegómenos de la historia que cuenta. Esa primera parte que introduce este número nos cuenta los preparativos y desarrollo de la llamada Última cena. En cuanto a los coros decir que son dos coros con las cuatro voces y un coro de niños. Los dos coros completos comienzan un diálogo entre ellos. Preguntan y responden, cada uno con su letra, cada uno con su música. «Venid, hijas, llorad conmigo. Mirad», dice el Coro I y el Coro II responde «¿A quién?» y responde el Coro I, «Al esposo. Miradlo», «¿Cómo?», le responde el Coro II, «Como un cordero» dice el Coro I. Como veis es un diálogo corriente, de preguntas y respuestas, con una temática religiosa evidente que presenta a Jesús como el cordero (inocente) que va a ser sacrificado. El caso es que, de repente, en medio de este diálogo, aparece el coro de niños (aquél coro de los niños de la escuela donde Bach era maestro cantor) que se ponen a cantar, con otra música, un himno luterano, es decir, una coral, porque con ese nombre es como se conoce a los himnos que son cantados por toda la comunidad en la religión luterana y por lo tanto eran conocidos por todo el mundo. Y el himno empieza a decir «Oh divino cordero inocente, sacrificado en el madero de la cruz» y tal. Pues eso, cualquiera diría que vaya jaleo se va a formar con los dos coros completos hablando entre si y un montón de críos cantando a su pedo. Pues no. Va y resulta que no. Y no solo eso, si no que el resultado es fascinante. Es, me imagino, lo que tiene ser un genio.

Cerrad los ojos y dejaros absorber por esta extraordinaria introducción.

Una versión

El vídeo que he puesto arriba con la ejecución de ese primer número de La Pasión, está interpretada por el Münchener Bach-Chor y la Münchener Bach-Orchester, dirigidos por Karl Richter en 1971. No es la versión que más me gusta de esta obra, por muchas cuestiones, pero su magnitud y profundidad en este primer número son incuestionables. Y como resulta que con esta obra casi cualquier grabación me entusiasma, voy a referirme a una que no la elegiría entre mis favoritas, pero que, aún así, me parece, sobre todo en los números de coro, impresionante. La interpretan los mismos que salen en el vídeo, pero nueve años después. Es una grabación que se hizo para el sello Archiv y que cuenta, como he dicho, con el Münchener Bach-Chor, el coro de niños Regensburger Domspatzen y la Münchener Bach-Orchester. En cuanto a los solistas, el tenor, con el papel de Evangelista (que es quien va contando la historia) es Peter Schreier; el barítono, que interpreta a Jesús es el fantástico Dietrich Fischer-Dieskau; la soprano es Edith Mathis; la contralto, Janet Baker; y el bajo, Matti Salminen.

El tiempo de esta versión es lento, a veces demasiado lento. Es, sobre todo, una versión romántica, seguramente parecida a la que Mendelssohn interpretó en el redescubrimiento de la obra en 1829. Pero la emoción en la interpretación es innegable. Yo soy de versiones más actuales de corte historicista, no tan sinfónicas, pero reconozco que esta versión me atrapa. Richter ya había grabado dos versiones anteriormente. Una en 1958, con los mismos coros y orquesta, también para Archiv, la segunda en 1963, con la orquesta y coro del Teatro Colón de Buenos Aires, para un sello desconocido, la tercera en 1969, con el coro y orquesta habituales, para Archiv, de nuevo, la cuarta vez en 1971, en vídeo con los habituales, para Unitel y Deutsche Grammophon, que es el vídeo que os he puesto y la quinta y última en 1980, que es la que os he comentado. Cinco grabaciones por tanto de esta extraordinaria obra. Si os decantáis por alguna de ellas yo elegiría la de 1980 y si no el DVD de 1971 (aunque lo tenéis entero en Youtube).

 

Os dejo, finalmente, con la lista de Spotify. Como veréis, las versiones están ordenadas según su duración, siendo la más corta de 5 minutos y 39 segundos y la más larga de 11.44, es decir, más de el doble de duración. Al final he puesto dos versiones, una instrumental y otra, muy curiosa, a modo de tango (bastante chula, por cierto). Pues eso, lo de siempre, disfrutad. En otras entradas seguiremos repasando esta obra.

https://open.spotify.com/user/1111910413/playlist/5DA4lN3Vya78QTrjSXjMvP&theme=white

Publicado por Daniel

Ciudadano en alerta de un planeta que estamos aniquilando, en búsqueda permanente, enamorado de la escucha y del inmenso silencio. Todo por escuchar. Lecturas escogidas, siempre.

Dejar un comentario

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: