
Tarde de manta y agua, mucha agua. Congestión, la garganta aullando su dolor, caramelos con propóleo y miel, medicinas y constatación de lo bien que se vive cuando uno está sano. Y de repente, cuando cae el sol, pese a la oscuridad y como por arte de magia, cesa la lluvia que ha caído durante todo el día. Y es entonces, mientras leía, cuando he escuchado el trino de un pájaro. Un trino en diferentes tonos, alegre y sorprendente. Como si quisiese decir que él también está aquí. Y no he podido evitar sonreír. Febrero, queda invierno y el trino de un pájaro me ha recordado que nada permanece y todo cambia. Maravilla.