Llegando al ecuador del mandato, tengo que reconocer que últimamente estoy preocupado por la oposición política. Esa oposición que sigue sin asumir su papel, sin acostumbrarse al resultado democrático de hace más de año y medio y sin querer reconocer que ya no gobiernan en Iruñea. Habrá quien diga que es su problema y en cierta medida tiene razón quien así lo afirme, pero las consecuencias de esa actitud negacionista de la realidad, las pagamos todas y todos, ellos los primeros y la ciudad en última instancia.
Esta actitud se basa en el enfado constante que demuestran día a día. Un enfado que tiene sus raíces en la incredulidad de su situación. Siguen pensando que son las dueñas y señoras del Ayuntamiento y de la ciudad, como cuando convirtieron la casa común en su chiringuito y cortijo. Piensan y así lo creen, que todo y cuanto hay en el Ayuntamiento, desde cuadros y despachos, hasta funcionarios y trabajadores, es suyo y les pertenece por derecho divino. No quieren aceptar que hace ya 20 meses, la ciudadanía decidió que los oscuros tiempos de un ayuntamiento siempre de espaldas a la ciudadanía, a los barrios y a las vecinas y vecinos de Iruñea, tenían que terminar. Alguno sigue yendo de alcaldico por la vida, sin percatarse que el tiempo de aquella alcaldía de despacho y privilegios ya no existe. Ahora el Alcalde, este alcalde Asiron, está en la calle, debate con los vecinos y vecinas de tú a tú y ha abierto las puertas del consistorio a todo aquella persona que necesite y deba ser escuchada. Esa es la gran diferencia. El alcalde es uno más entre nosotras y nosotros, un trabajador más, aunque con unas responsabilidades diferentes a la mayoría. No le hace falta que los timbaleros lo anuncien. Joseba está donde tiene que estar y todo el mundo lo sabe.
El caso es que esta oposición, formada por un tándem casi inseparable, UPN-PSN, PSN-UPN, tanto monta, monta tanto, se dedica en exclusiva a intentar entorpecer las dinámicas y proyectos del actual ayuntamiento a base de ruido. Y no, no creo que esa sea la labor de una oposición. No es mi problema, en absoluto, pero creo que una oposición seria debería plantear alternativas a los proyectos que no les gusten, tendría que trabajar las iniciativas que le gusten. Y lo deberían hacer mediante el debate, la confrontación de ideas y el diálogo. Y sobre todo en clave de ciudad. Pero qué se puede pedir a quien ha gobernado durante años solo para los suyos. Las peras no se pueden pedir al olmo. Porque la triste realidad de esta oposición de pataleta es que no tienen un proyecto para la ciudad. No lo han tenido nunca. Su único proyecto era vivir lo mejor posible, tener la mayor cantidad de privilegios posibles y seguir calentando los sillones de plenos, juntas y reuniones varias a base de dietas, recordemos, incluso cobradas por triplicado en una hora. Ese era y es su proyecto.
El problema se ha agudizado con las encuestas internas que tienen. No les salen las cuentas. No dan crédito, pero los números no les cuadran. Se han quedado noqueados al conocer que la gestión del ayuntamiento del cambio tiene gran aceptación, incluso entre su gente. y no solo eso. Los números, en cuanto a su labor, tampoco les han animado. La gente les está empezando a ver como bichos raros. No se entiende esa incapacidad a la hora de hacer propuestas, ni se comprende que lo único que hacen es ruido mediático, con la inestimable ayuda de Diario de Navarra y el chiringuito que sacaron en Internet para apuntar y golpear. La estrategia que han tomado está clara. Se llama estrategia del sirimiri, y consiste en ir soltando día a día pequeñas noticias, aunque sean falsas, para que vaya calando entre el personal. Esa es su única estrategia. Sin proyecto de ciudad, sin dinámica política y sin argumentos con los que dar la vuelta a esas encuestas. Es lo único que tienen. Di lo que sea, aunque sea falso, que algo queda.
Lo peor de todo es que han perdido el poco respeto que tenían a la casa común. La mala educación que tienen en cada una de las reuniones de las comisiones o de los plenos, los gritos y malas formas empleadas, los insultos constantes y la burla habitual les delata. Porque el objeto de esas burlas e insultos no es solo a este ayuntamiento que está mejorando la ciudad día a día. Su falta de respeto es a toda una ciudad. A la vieja Iruñea, a esta Pamplona del siglo XXI. Y siendo sincero, no todos los miembros de UPN y PSN actúan igual. Imagino que es parte de la estrategia. Quienes actúan de esa manera se retratan constantemente. Es la vieja política, la de creerse más que nadie por ocupar un cargo público, la de aprovecharse de ese cargo. Esa vieja política que desterramos hace veinte meses. Está documentado. Todas y todos somos testigos de su deriva política y personal.
Voy a ofrecerles, de todos modos, una solución a sus males. De cara a poder soportar la buena marcha del gobierno municipal del cambio, cuya prioridad es la ciudadanía y cuyos buenos resultados saltan a la vista en la mejora de la ciudad y de las condiciones de vida de sus vecinas y vecinos. Señoras y señores de UPN y PSN, respiren hondo, practiquen la meditación, sean conscientes del momento actual, hagan yoga o zumba en su defecto, o salgan a correr, escuchen música tranquila o hagan un buen ayuno depurativo. O líenla parda una noche, suéltense la melena, desfóguense, saquen esa rabia. Lo que sea con tal de rebajar esa amargura que llevan dentro. Y sobre todo dejen trabajar, dejen de gritar, sonrían algo más y piensen más en nuestra ciudad. Por su bien y por el de todas y todos.