La música que traigo hoy es una pieza de una melancolía exquisita compuesta por el compositor de Cremona, Claudio (Giovanni) Monteverdi, de quien este año, en mayo, se cumplen 450 años de su nacimiento. La obra, adaptación de un texto de Milanuzzi, se titula Sì dolce è’l tormento SV 332, es una canción escrita en 1624 para soprano y bajo continuo, y aparece en el Quarto scherzo delle ariose vaghezze commode da cantarsi a voce sola, del mencionado Carlo Milanuzzi. Si queréis saber más del atormentado corazón que canta su desventura de manera tan dulce, seguid leyendo.

Claudio nació en la lombarda ciudad de Cremona, al norte de la península itálica, de donde proceden también los músicos de la archiconocida familia de luthiers y constructores de violines, Stradivari. Monteverdi era miembro de una familia trabajadora, con un padre que se dedicaba ilegalmente al oficio de barbero, cuando en aquel entonces ser barbero era algo así como curandero. El caso es que tanto él como su hermano Giulio Cesare (su familia era humilde, pero por lo menos llevaban nombres de rancio abolengo) tuvieron la suerte de ser admitidos como alumnos del polifonista de Verona, Marco Antonio Ingegneri (otro con nombre de general romano) que fue en aquel tiempo maestro de capilla de la catedral cremonense. Claudio resultó ser un portento en la música desde muy joven y a los 15 años había compuesto ya sus primeros motetes. En 1607 compuso la que se considera primera ópera de la historia, el drama musical Orfeo, favola in musica. Para la época en que compuso la obra que os presento, Monteverdi llevaba ya nueve años de maestro de coro y director de la catedral de San Marcos de Venecia. A pesar de que su trabajo consistía en componer música para las funciones religiosas de la catedral, tuvo también tiempo para crear música para el primer teatro de la ciudad, el San Cassiano, que también fue el primer teatro público del mundo y en donde se puso en vigor el concepto de pagar una entrada para asistir a la función. Pero bueno, todo esto fue más tarde.
La importancia de la figura de Monteverdi en la historia de la música occidental no ha sido justamente reconocida por la mayoría de la gente, ni tampoco de las y los aficionados, siquiera, a la música clásica. Pero podríamos decir que con el divino Claudio, que así se le llamaba, se inició una nueva era, pasando de un concepto de música fuertemente ligado al mundo y visión medieval a un modus operandi de forma y espíritu totalmente modernos. Todo el aspecto de la música cambió en Europa en menos de medio siglo y protagonista indiscutible de todo este proceso fue Claudio Monteverdi. El madrigal alcanzó su máxima expresión, dando entrada a una polifonía cada vez más expresiva y liberada. En 1590 obtuvo un puesto como cantante y violinista en la fastuosa corte de los Gonzaga en Mantua, donde conocerá a Wert y a Rubens. Su trabajo en esta corte fue, principalmente, componer madrigales. En 1600, como dato, apareció el primer drama con música, Euridice, de Jacopo Peri, que abrió el inmenso camino futuro de la ópera. En 1602 fue nombrado Maestro de Capilla de Mantua y sus innovaciones musicales le crearon detractores y hasta enemigos que le hicieron estar continuamente en la cuerda floja. De su casamiento con Claudia Cattaneo y del nacimiento de los hijos vino su preocupación por la estabilidad económica, algo que le duraría toda su vida, incluso en Venecia, donde tuvo holgura económica. La preocupación añadida por la salud de su esposa y la dificultad del trato con su patrono, el duque de Mantua, le hicieron volcarse en la composición del Orfeo. Desgraciadamente la alegría por el estreno de esta obra le duró poco, ya que su mujer murió ese mismo año, y a pesar del luto y la tristeza tuvo que ponerse a trabajar en una nueva ópera para el casamiento del duque heredero y la princesa Margarita de Saboya, obra de la cual queda solo el célebre Lamento (de Arianna). El viejo duque murió en 1612 y el nuevo señor despidió a los pocos meses a Monteverdi, de manera bastante desafortunada y con escasa compensación económica tras 21 años de servicio. Ya en Venecia, como Maestro de la Catedral de San Marcos, se dedicó a continuar sus libros de madrigales, compuso varias óperas e infinidad de obras religiosas. Monteverdi falleció el 29 de noviembre de 1643 en la Serenissima, dejando una extensa obra que influiría en toda la música posterior. Tras celebrarse simultáneamente solemnes exequias en la Catedral de San Marcos y en Santa Maria dei Frari, sus restos fueron enterrados en esta última.

Se nota que fue Monteverdi quien puso música a la poesía y que lo hizo con especia interés, uniendo la lírica musical a la belleza de las palabras. Una obra que, si bien estaba compuesta para soprano (ya fuese la voz soprano hombre o mujer), puede ser escuchada también en interpretación de tenor, de instrumentos y en estilos diferentes, desde el propio original hasta el jazz. En la mayoría de las versiones queda excepcional. Antes de pasar a la lista con las diferentes versiones, quiero dejaros un vídeo de una interpretación poco canónica (me perdonen los puristas) realizada por un tenor italiano que me apasiona: Marco Beasley.
Sì dolce è’l tormento / Tan dulce es el tormento
Ch’in seno mi sta, / que tengo en el pecho,
Ch’io vivo contento / que vivo contento
Per cruda beltà. / por la cruel beldad.
Nel ciel di bellezza /En el cielo de la belleza
S’accreschi fierezza / crece la arrogancia
Et manchi pietà: / y falta piedad:
Che sempre qual scoglio / Siempre cual roca
All’onda d’orgoglio / contra la ola del orgullo
Mia fede sarà. / mi fe se hallará.
En cuanto a las versiones, hay muchas y fantásticas. El maravilloso Philippe Jaroussky con L’Arpeggiata de Christina Pluhar, la llorada Montserrat Figueras bajo la dirección de su esposo Jordi Savall, la extraordinaria iruindarra, Raquel Andueza, cada vez más estupenda, las imponentes Anne-Sophie von Otter o Magdalena Kozená, la dulce Roberta Mameli con un ensamble de Jazz o Francesco Turrissi al piano. Y muchos más. Tenéis para elegir y es difícil dejar de escuchar alguna, porque el poder de esta música hace que sea maravillosa en cualquier versión (o casi).
Y os dejo con la lista de versiones en Spotify, en esta ocasión, bastante densa. Desgraciadamente no he podido encontrar la versión de Roberta Mameli con La Venexiana, ni en Spotify, ni en Youtube. Para quien tenga interés, lo puede encontrar en Apple Music. Disfrutad de la melancolía hecha belleza.
https://open.spotify.com/user/1111910413/playlist/4wCTDQeGQvctFIyM7fpL6q&theme=white