pancartas, historias, dignidad

Image by Mitch Rosen

Mediodía dominical, extraña hora para un partido de fútbol, impuesta por los cheques bancarios, que son los que mueven el negocio, pues de eso se trata. En un lado del campo, una pancarta vuelve a gritar hastiada que no aceptamos agresiones sexistas, machistas, que las mujeres no son corderos que se llevan al matadero de una sociedad cada vez más igualitaria pero que se sustenta, todavía, en un modelo donde los hombres y sus valores son quienes marcan el ritmo. La inscripción recuerda la historia vivida esta pasada semana, en la que el cuerpo de una mujer asesinada, otra, otro nombre, Blanca Esther, fue rescatado de las frías aguas de ese río que nos da vida y en esta ocasión nos devolvió muerte. Nuestro hartazgo grita en letras mayúsculas que ya vale. Al otro lado otra pancarta jalea altanera el mote de un individuo, a cuya madre compadezco, protagonista de un vídeo casero donde su pretendida hombría la declaraba, con ayuda de otros cuatro, violando, forzando y agrediendo a una mujer. Ese macho, más animal que persona, era objeto de la solidaridad de una pancarta que, impunemente, se mantuvo a la vista de todo el estadio durante dos horas. Los esbirros de la Pilatos del momento, se dedicaron a retirar una pancarta que, dentro de la legalidad, exponía un antiguo símbolo de esta tierra. Un antiguo sello de la soberanía navarra les molesta infinitamente más que un cartel jaleando a un supuesto violador. El asco, repugnancia, hartura, náusea y arcada de esta sociedad que se ha puesto en pie frente a los machos, salió, con la dignidad de un mensaje, con la claridad de un alcalde y muchas otras personas, que se pusieron en primera fila volviendo a gritar “vale ya, aski da, no a las agresiones sexistas, eraso sexistarik ez”. Es el grito de una sociedad que tiene la esperanza de ver a la mujer tomando las riendas para crear un mundo más justo, solidario e igualitario. Esa es mi esperanza. El partido sigue. Podemos pasar de ser espectadores, a jugarlo.

Publicado por Daniel

Ciudadano en alerta de un planeta que estamos aniquilando, en búsqueda permanente, enamorado de la escucha y del inmenso silencio. Todo por escuchar. Lecturas escogidas, siempre.

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