En el mes de diciembre suele ser habitual realizar un repaso al año transcurrido. Es un buen momento para pararnos y echar la vista atrás y ya que estamos en esas voy a lanzar la mirada un año y medio atrás, justo desde que una nueva forma de gestionar llegó al Ayuntamiento de Iruñea y abrió las ventanas para que entrara aire fresco. Más allá de aciertos y errores, que de los dos ha habido, creo que hay algo que no hemos sabido abordar con la suficiente profundidad durante estos 18 meses. La necesidad de espacios de reflexión y debate entre todos los sectores y personas que apostaron por el cambio es cada día más urgente. Espacios que den la oportunidad de desarrollar debates colectivos que refuercen el momento histórico que estamos viviendo y que le doten de perspectiva para desarrollar dinámicas y políticas transformadoras.
Y ya que estamos en estas me lanzo para introducir tres conceptos que creo son imprescindibles en estos momentos y a los que tenemos que dar unas cuantas vueltas. Las tres “cos”, podríamos llamarlas.
Co-gestión. La gestión de este nuevo tiempo tiene que ser compartida. Hay unas personas que fueron votadas y elegidas para gestionar el Ayuntamiento y poner en marcha las diferentes políticas destinadas a mejorar la ciudad y el bienestar de las vecinas y vecinos. Pero esto no quita para que vayamos avanzando en la posibilidad de que la propia ciudadanía vaya gestionando, conjuntamente con esos representantes institucionales, diversos aspectos de la política y la vida municipal. Esa gestión debería tener diferentes niveles, según la materia gestionada y según el tipo de compromiso de la persona o agente social que vaya a co-gestionar junto al Ayuntamiento. Y en esta posibilidad hay algunas materias que son más proclives a este tipo de cogestión. Imaginad que cada barrio pudiese decidir y co-gestionar una partida anual dentro de los presupuestos municipales, para destinarlo a proyectos del barrio, para mejoras en el barrio. O que los espacios culturales de cada barrio tuviesen una co-gestión en la que una representación de ese barrio tuviese su papel en la marcha del espacio, en el continente y en el contenido. O que las fiestas fuesen co-organizadas y co-gestionadas de manera conjunta entre Ayuntamiento y agentes sociales. O que partiendo de una necesidad de espacios juveniles se trabajase conjuntamente para lograr esos espacios para toda la juventud y finalmente fuese esta la que gestionase dichos espacios. En todos estos ejemplos el gobierno municipal ha emprendido en estos primeros 18 meses diferentes experiencias. Han sido experiencias que han ido avanzando en este modelo y sobre todo han sido experiencias de aprendizaje. Y han sido unas primeras experiencias que han puesto sobre la mesa la necesidad de mejorar en diferentes aspectos. Creo que merece la pena intentarlo, a pesar de las dificultades, a pesar de que las leyes municipales impuestas en las últimas décadas no son las nuestras y a pesar de que este tipo de co-gestión pueda ralentizar, en un primer momento, alguna dinámica. Este enorme auzolan es una experiencia que tenemos que seguir abordando, sin descanso, aprendiendo de los errores y sobre todo creando confianzas que impulsen las sinergias necesarias.
La segunda “co”. Comunal, el bien común, lo que es de todos y todas. Un concepto que en Nafarroa está muy extendido, muy trabajado, parte de nuestra propia manera de ser y organizarnos como colectivo. Un concepto que desarrolla la participación de todas y todos en algo común. Por eso es tan importante desarrollar el propio concepto y la forma de lo comunal. Lo que es de todos y todas en Iruñea no es solo del Ayuntamiento. Es el Ayuntamiento quien tiene la responsabilidad de cuidar, proteger y conservar el bien común. Y es responsabilidad de todas y todos que esos bienes comunes tengan un buen uso. Una utilización que repercuta de manera positiva en la ciudadanía, en los barrios y en el conjunto de la sociedad. Imagínate, Imaginemos que, de repente, el Ayuntamiento decidiese empezar a vender los bienes públicos sin ton ni son, privatizando, de facto, lo que es público, lo que es de todas y todos. Por eso, esos bienes comunes, de todas y todos, tienen que tener siempre un destino y un uso cuyo fin sea mejorar, de una u otra manera, la ciudad, el barrio, y repercutir de manera positiva en la vida de todas las vecinas y vecinos. Y ejemplos hay muchos, buenos y malos. Pero el actual Ayuntamiento y los agentes sociales de Iruñea, deben ir avanzando en experiencias que refuercen el propio concepto y lo hagan real, más allá de debates filosóficos.
Y para desarrollar los dos conceptos anteriores llega la tercera “co·, la Corresponsabilidad. Todas las vecinas y vecinos somos responsables, junto al Ayuntamiento, y en diferentes niveles, de que la gestión de lo común se realice de manera positiva para el conjunto de la ciudad. Y esa responsabilidad implica que cuando la gestión por parte del Ayuntamiento no cumpla las expectativas, se le pueda decir que lo ha hecho mal. Pero también implica organizarse y desarrollar experiencias y dinámicas que faciliten, de una u otra manera, el trabajo que hay que realizar desde la propia institución. Porque la cuestión es que el cambio no puede venir solo desde un Ayuntamiento o una institución. El cambio en mayúsculas empieza y acaba en la calle, no de manera contrapuesta a la institución, si no como punta de lanza y abriendo el camino para poder hacer los cambios necesarios a nivel municipal. Y esta responsabilidad conlleva poder criticar a quienes gestionan un Ayuntamiento cuando no se hacen las cosas como se piensa que deberían hacerse, pero implica también, en todos los ámbitos y niveles, autocrítica para que no repetir los fallos, para mejorar en los errores. La autocrítica y la crítica son necesarias porque ayudan a seguir construyendo. Pero son prescindibles cuando se utilizan exclusivamente para atacar.
Debemos ser capaces de abrir estos espacios de reflexión tan necesarios y de seguir avanzando en desarrollar un proyecto social y de ciudad transformador para Iruñea. Entre todas y todos.
Artículo basado en la colaboración con Eguzki Irratia para el programa La eskotilla, del 30 de noviembre de 2016.