Aitziber es mi prima. Bueno, no. En realidad era prima de la ama, pero por la cercanía de edad, pues tiene año y medio más que yo, siempre la he considerado prima. Además eso de tía segunda queda raro. Aitziber no es para mi, ni para nadie que la conozca, alguien de segunda. Aitziber es de primera, de división de honor. Una persona con una capacidad para expresar de un modo artístico lo que siente, como pocas he visto. Porque se trata básicamente de eso, de expresar sus sentimientos, lo que el mundo le dice, le cuenta y le hace sentir. Y lo hace a través de la danza, del mimo, del teatro, del maquillaje y de la pintura. Vive para eso.
Nació en 1971, según me han contado, chiquitica, mucho. Dudaban que pudiese salir adelante. Pero lo hizo y lo sigue haciendo, a pesar de su cansancio, de la insuficiencia respiratoria. Además ha salido adelante con carácter, con mucho carácter. Necesita, como muchos lo necesitamos, su espacio vital. Pero cuando decide expresar desaparece el cansancio. El sábado pasado fue capaz de dirigir a toda la familia, unas sesenta personas, en el Boga Boga, como antaño lo hiciera su tío Jesús Mari. Y marca. Marca las entradas, el ritmo y la fuerza de cada momento. Después se marcó con su hermano Mikel una sokadantza de Altsasu, el pueblo de su madre. Sokadantza en donde expresó que ella sigue siendo la primera y que marca con sus pasos el ritmo de su propia vida. Después se sentó, cansada, y observó la fiesta, y se emocionó, porque las personas que expresan con tal naturalidad lo que sienten son capaces de sentir la emoción sin ningún problema.
Recuerdo que la primera vez que la vi en un escenario, hace muchos años, en el Teatro Gayarre, bailando y actuando con una música de tango, irremediablemente me puse a llorar. A llorar porque Aitziber fue capaz de hacerme sentir esa pasión, en aquel caso de un tango, como muy poca gente ha logrado hacerlo. El propio acto de maquillarse para salir a escena es para ella algo semi sagrado. Es ella con las pinturas, su cara y muchas veces la transformación del cansancio a la felicidad absoluta.
El martes que viene se estrena en el Museo de Navarra, dentro del ciclo Mujeres en el Arte contemporáneo, a las siete de la tarde, un documental realizado Pablo Calatayud y con la participación de Aitziber Urtasun, responsable de Didáctica del Museo Oteiza. El trabajo sobre Aitziber relata la experiencia de una artista a quien su discapacidad no le ha impedido dialogar con la obra de Oteiza en su Museo de Alzuza. El vídeo expresa que la vida es magia y Muy poca cosa, como reza el título, que puede crecer, expandirse en forma de acciones artísticas repletas de amor, sentimiento, carácter y expresividad. Estoy seguro que el martes, Aitziber, de nuevo, nos va a hacer sentir a todas y todos.
Eskerrik asko Aitziber.