A pesar de mi inconstancia, de mis inseguridades, de mis miedos, sigo siendo. Esta constatación es mi guía y mi sostén en estos momentos. La vida hay que aceptarla con serenidad, la serenidad que da la propia aceptación. Pero esto no quiere decir que me deje llevar por la corriente de la ignorancia de mi mismo. Este camino que vamos recorriendo y que sabemos que terminará, tiene una parte que muchas veces nos negamos a caminar y que es el de nuestro propio sendero. Podemos vivir muchos años, pero si no conocemos nuestro camino, si siempre ponemos impedimentos para pasear por él, no habremos vivido. Desconozco el tiempo terrenal que queda para hacerlo, pero quién sabe si en ese tiempo incógnito no voy a vivir con una intensidad, hasta ahora desconocida, recorriendo el trayecto de mi propio ser. Es cuestión de retomar el viaje para seguir siendo.
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