De nuevo Bach protagoniza la escena que os traigo hoy. Una escena en la que una persona intenta explicar la música que escucha a otra persona, en este caso, sorda. La escena pertenece a la película de 1986 Hijos de un dios menor, dirigida por Randa Haines y protagonizada por William Hurt y Marlee Matlin que resultó ganadora del Oscar a la Mejor Actriz ese mismo año.
La película cuenta la historia de una relación entre un profesor de dicción en una escuela para personas sordas y una de las alumnas. En la escena se puede ver cómo la mujer, que ha puesto una música en el tocadiscos y empieza a sonar, pregunta al hombre cómo es la música que suena. La melodía en cuestión es el Largo ma non tanto del Concierto para dos violines en re menor, BWV 1043, de Johann Sebastian Bach. El juego entre los dos violines es más que evidente en este movimiento lento y es eso precisamente lo que intenta explicar el profesor a la alumna haciendo un símil con la relación entre dos personas que se atraen entre sí. He intentado imaginarme cómo explicaría yo esa música a alguien que no la puede escuchar y verdaderamente es difícil ir más allá de las sensaciones que te pueda producir. Por eso, después, he vuelto a ver la escena y me ha parecido maestra la explicación de Hurt. Os dejo con la escena y perdón porque, en momentos, desafina…
Seguramente esta sea una de las mejores obras instrumentales que Bach ha dejado como herencia al mundo entero. Así, sin exagerar. Parece ser que el concierto data de la época en que Bach estuvo de maestro de capilla en Cöthen, entre 1717 y 1723. El único manuscrito del que actualmente tenemos constancia es una copia de los años de Leipzig, entre 1730 y 1731, que hizo el mismo Bach. Y del contexto histórico poco más se sabe. Consta de tres movimientos, Vivace, Largo ma non tanto y Allegro. El centro de este concierto es, precisamente el protagonista de la escena comentada, el segundo movimiento. Un movimiento donde la música habla por sí misma. Un pasaje delicado, tierno, melancólico que va creciendo en un tema de impresionante belleza. Hacia la mitad del movimiento, con sencillez y elegancia, Bach construye uno de los mejores duetos instrumentales de toda la música. El equilibrio entre los dos violines es perfecto, impecable. Ambos parecen dialogar con su propio lenguaje. Y es precisamente en este punto donde te das cuenta de cómo este dueto tiene un lado maravillosamente humano, como si los violines fueran dos personas que están hablando. Y es por esto que por lo que finalmente reconoces la perfección en la elección de la música para la escena. Una belleza impresionante. Como curiosidad señalar que parte del primer movimiento se utiliza también en la sinfonía de la cantata BWV 52 y parte del tercero en el coro de apertura de la cantata BWV 207.
Aquí tenéis una grabación histórica del movimiento. Se trata de, ni más ni menos, Yehudi Menuhin y David Oistrach en una grabación del 24 de octubre de 1958, en la Sala Pleyel de Paris.
Entre las dos versiones que os aconsejo está, por un lado, la que, en 2002, hizo Hilary Hahn (acompañada de Margaret Batjer) para el sello alemán Deutsche Grammophon, en donde el lirismo de ese segundo movimiento es interpretado de una manera muy elegante. En la segunda la maestría de un padre y su hijo me conmueve cada vez que lo escucho. Se trata de la grabación de 1960 que David e Igor Oistrach hicieron junto a la Leipzig Gewandhaus Orchestra.