Si no sois los responsables de comunicación de algún colectivo, organización, plataforma, dinámica o de cualquier movida, no perdáis el tiempo leyendo la bazofia que todos los días se encargan de soltarnos, con un objetivo muy claro, los voceros del Régimen, Establishment, Casta o como queráis llamarlo. Si seguís este consejo, seguro que viviréis mucho más felices. Solo por eso merece la pena seguirlo.
Hace tiempo que dejé de ver la televisión. Alguna vez que se me ha ocurrido decir esto ha habido quien me ha llamado snob, rarito o incluso altivo. Las más de las veces la gente se queda callando y en muy contadas ocasiones ha habido quien me ha dicho que muy bien, que era una buena elección. La verdad es que cualquiera tiene el derecho a emplear su tiempo como quiera, pero de verdad, si hiciésemos un mínimo análisis de lo que en realidad hago, seguramente buscaríamos mejores cosas que hacer en ese tiempo. Porque las personas con un mínimo de pensamiento crítico somos conscientes, y esto es lo bueno, que somos conscientes, que la mayoría de programas, emisiones, series de la televisión, programas de radio matinales y vespertinos, y qué decir de los nocturnos, así como periódicos y articulistas, pasando por las páginas web del momento, tienen el principal objetivo de defender los intereses del Establishment. Del Sistema. Así de claro.
Con todos esos medios la Casta consigue, algunas veces de manera sibilina y otras sin ningún tipo de disimulo, que la sociedad en general haga naturales situaciones que, de ninguna de las maneras, son naturales. Si constantemente nos dicen que una mujer ha sido hallada muerta tras una pelea de pareja, dejaremos de pensar que esa mujer ha sido asesinada como consecuencia de un sistema patriarcal y machista. Si todos los días nos dicen que miles de personas llegan a Europa para escapar de la situación que viven en sus países, no nos dará por reflexionar sobre qué responsabilidad tienen en todo eso los países de la Unión Europea. Si en el Estado español les machacan todos los días con la canción de lo malos que somos vascos y catalanes (las vascas y catalanas aparte de eso son feas y guarras), no tendrán tiempo para pensar en y movilizarse contra los constantes recortes impuestos desde la Troika. Y así constantemente. Añádele a eso un mucho de fútbol, una adoración desmedida a la belleza física y a la juventud perenne, un poco de cine y series comerciales, un mensaje omnipresente para que compremos de todo y unos cuantos personajes de la farándula del famoseo y el resto está hecho.
A mi también me gusta ver de vez en cuando alguna serie americana y ver cine comercial, caigo más veces de lo que me gustaría en el consumismo, etc., pero creo que una de las mejores cosas que tenemos oportunidad de hacer ahora es elegir el cuándo lo hago. Por eso las series las veo cuando quiero, no cuando me las ponen; leo los periódicos con criterio (y está claro que me la meten muchas veces sin darme cuenta) y escucho programas de radio mediante pod-casts, blogs que yo elijo y poco más. Para mantenerme (des)informado leo todas las mañanas los periódicos la sección de Iruñea y algo de Nafarroa. Pero lo que nunca puede pasarnos es que las noticias que lea ahí condicionen, de alguna u otra manera, mi propio plan, mis prioridades y mi estrategia para llevarlas a cabo. Por eso el Diario de Navarra lo leo con guantes, para no ensuciarme y el navarra.com ni lo huelo (y tufo tiene para rato). Por eso en Twitter no sigo a ningún trol y si se empeñan en incordiar los bloqueo directamente.
No se si con esto tendré un pensamiento más crítico, pero os aseguro que vivo mucho más tranquilo, seguramente más feliz, y sobre todo con más tiempo para dedicarme a las pequeñas cosas que me gustan, como pasear con el aita, leer un buen libro, darme una vuelta en bici, echarme un vino con mi familia, reírme con mis amigos y amigas, a veces llorar con ellos, enamorarme, desenamorarme, escuchar música y emocionarme porque en julio seré tío. Ese es el espacio que le gano a mi tiempo dejando de consumir basura.
P.D. Contradicciones tengo y muchas y son parte de esa constante batalla por decidir.