música de Boccherini desde un barco inglés

Siempre me han gustado las novelas marítimas, con todos esos nombres de barcos, instrumentos, funciones de la tripulación, con todas esas costumbres de la vida en un barco y con todas esas maniobras complicadas que se hacen en un barco. Me imagino que será consecuencia de vivir en un sitio sin mar. Por eso cuando llego al mar aspiro con fuerza.

Empecé a leer las novelas de Patrick O’Brian cuando tenía unos veinte años. Las peripecias de el capitán inglés Jack Aubrey y del doctor irlandés Stephen Maturin me acompañaron muchas de mis horas de lectura. El caso es que en estas novelas la música clásica es otra de las protagonistas. De hecho, en el primer volumen de la serie, Capitán de mar y guerra, los dos protagonistas se conocen en un concierto de música de cámara en la residencia del gobernador inglés de Menorca en Puerto Mahón. Aubrey, inglés hasta la médula, toca el violín y Maturin, irlandés y ferviente defensor de la independencia de Cataluña, toca el violonchelo.

Y en estas estábamos, cuando el director australiano Peter Weir grabó para la gran pantalla las aventuras de esta pareja en la película Master and Commander: Al otro lado del mundo, basada en varios libros de la saga marinera. Es una película de aventuras, con batallas marítimas, marineros juerguistas, serios oficiales y música, mucha música. En su banda sonora, que os la recomiendo totalmente, suenan obras de Mozart, Corelli o Bach, pero yo me voy a centrar en una escena, la que cierra la película, con música de un compositor toscano, que hizo carrera en la corte borbona del Madrid de finales del XVIII: Luigi Boccherini. Por cierto, es la segunda vez que traigo una película de Weir al blog.

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La película del australiano finaliza con una escena que recoge perfectamente el estilo de vida de Aubrey y Maturin. Han terminado ya las aventuras, las batallas y todas vicisitudes que pasan en el océano y ahí se encuentran el capitán y el doctor interpretando desde el camarote oficial, mientras la vida continúa, después de dar la orden de llamar a zafarrancho para un nuevo combate, una obra de Boccherini que, en realidad, relata la vida de las bulliciosas calles en la noche del Madrid dieciochesco, un quinteto para cuerda, el  número 6, titulado Musica notturna delle strade di Madrid, op. 30.

Vamos a ver. Resulta que el músico italiano había sido contratado por el infante Luis, hermano de Carlos III y como era un cachondo (al fin y al cabo era un Borbón) se casó con una aristócrata que no era de la realeza, cosa que cabreó bastante a su hermano. El caso es que Carlos III, (el español, no el nuestro) decidió mandar al exilio a su hermano, fuera de la corte, y lo envió a vivir al palacio de Arenas de San Pedro, al sur de Ávila. Y allí se fue también Boccherini acompañado de otros artistas como Goya o Ventura Rodríguez (que hizo la nefasta portada neoclásica de la catedral de Iruñea). Y como el músico tuvo mucho tiempo libre fuera de la corte madrileña lo dedicó, en gran medida, a componer obras, lo cual, no está nada mal. En fin, que Boccherini echaba bastante de menos la juerga madrileña y en medio de esa añoranza compuso este quinteto rememorando el jolgorio de la corte. Es una obra que consta de siete partes en donde se hacen referencia a diferentes aspectos y lugares de las calles madrileñas.

La parte que suena en la escena de Master and Commander es la número 5, un pasacalles conocido como Los Manolos y que hace referencia a los cantos que esos personajes madrileños (algo así como unos bocazas) interpretaban por las calles de la villa y corte. Como curiosidad, Boccherini dejó indicado que, en un momento dado, los músicos usasen los violines a modo de guitarra, cosa que aparece perfectamente en la escena. A ver si os gusta:

En cuanto a las versiones discográficas os recomiendo dos. La primera es la de Boccherini Quintet, de 1976, para el sello Ensayo. Una obra que recogió fielmente el espíritu de la obra, sacándolo de las interpretaciones de salón y con el que la formación ganó algún que otro premio.

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El otro es el del catalán Jordi Savall, de 2005, para el sello del catalán, Alia Vox y en donde la frescura se siente en todas las piezas. Yo, es que soy un fan incondicional del músico catalán, por su buen hacer y por su coherencia personal.

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Os dejo, para terminar, con la versión de Jordi Savall. Disfrutadla.

Publicado por Daniel

Ciudadano en alerta de un planeta que estamos aniquilando, en búsqueda permanente, enamorado de la escucha y del inmenso silencio. Todo por escuchar. Lecturas escogidas, siempre.

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