olas que vienen y van

Un fin de semana de encuentro con la familia, de tiempo para hablar, para disfrutar con los nuevos miembros de la familia, observando cómo los que hasta hace poco eran los pequeños hoy son quienes tienen la responsabilidad de ir mostrando la vida a sus hijos e hijas. Nuestras madres, con más arrugas y canas, sonríen desde su posición privilegiada que da la perspectiva de los años y se deshacen con nietos y nietas.

El verano, aunque sea el fin de semana, nos da opción a reencontrarnos con nosotras y nosotros mismos en nuestras relaciones, en el descanso, en las celebraciones y en los momentos que tenemos y buscamos para seguir meditando.

En un paseo por la costa, con un mar que estaba bastante bravo, medité sobre la similitud de la vida con el mar, una vida, que al igual que el mar, está ahí, aunque unas veces las olas sean más grandes y bravas y otras esté más calmado, el mar, la vida, está ahí, estamos ahí, somos siempre mar, siempre con olas, siempre en movimiento… Solo hace falta ser conscientes de ese movimiento y ese ser.

Una vez más, me doy cuenta que nuestra mente es como el mar. Nunca se queda quieta. Sus olas vienen y van.

Publicado por Daniel

Ciudadano en alerta de un planeta que estamos aniquilando, en búsqueda permanente, enamorado de la escucha y del inmenso silencio. Todo por escuchar. Lecturas escogidas, siempre.

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