Mientras todavía resuenan las músicas y danzas de las fiestas de Txantrea seguimos con un sentimiento de rabia, dolor e incomprensión por un hecho que ha marcado profundamente las fiestas de este año en el barrio iruindarra.
En la madrugada del primer día de fiestas, la noche del 30 al 1 de mayo, una joven de 24 años fue violada, agredida sexualmente, atacada en su condición humana y vejada en su condición de mujer. El hecho fue conocido por las redes sociales a la velocidad de la pólvora y en la tarde del Primero de Mayo una manifestación de 4000 personas recorrió, entre la indignación, las calles de Txantrea denunciando este nuevo episodio de violencia sexista.
¿Qué está pasando para que cada vez más se produzcan este tipo de hechos? ¿En qué estamos fallando? Y me incluyo, nos incluimos, porque somos la sociedad en su conjunto la que debe cambiar este modelo patriarcal, heterosexista y violento por un modelo igualitario, diverso y en el que las relaciones basadas en la aceptación y el respeto a la otra persona sean el origen de un nuevo modelo de sociedad. Pero también es verdad que cada cual tenemos nuestras responsabilidades.
El hecho de que UPN se negase, hasta en tres ocasiones, a reunir a la Junta de Portavoces del Ayuntamiento de Iruñea es ejemplo de cuál es la actitud de quienes, en estos momentos, deberían tener la responsabilidad para, desde la instituciones, poner en marcha dinámicas reales y concretas encaminadas a la educación, especialmente de las personas jóvenes, para eliminar actitudes sexistas y machistas, dinámicas de fomento de la igualdad entre mujeres y hombres y a la protección de las mujeres y de cualquier persona ante situaciones en donde esa persona, esa mujer, es ninguneada violentamente en su naturaleza de mujer y persona. Y la otra labor importante de cualquier institución, y también la del Ayuntamiento de Iruñea, es la de denunciar públicamente cualquier episodio de violencia sexista y solidarizarse con quienes sufren ese tipo de violencia, ofreciéndoles apoyo y ayuda. Y no, UPN no quiso reunir a los y las portavoces para estudiar el caso y acordar una simple nota de apoyo, denuncia y solidaridad. Ese mismo UPN que al borde del histerismo convocó de urgencia un seis de julio, ni más ni menos, a todos los grupos municipales para intentar imponer una lectura oficial sobre la ikurriña en el Txupinazo, pero no sobre las agresiones a mujeres que se vieron en la plaza ese mismo día. Esas son las prioridades de UPN.
Por otro lado cada día tengo más claro que en este tema, al igual que en muchos otros, el Movimiento Popular y Vecinal debe ser vanguardia en la consecución de ese nuevo modelo social donde hombres y mujeres, desde nuestras propias diferencias, seamos iguales en derechos y obligaciones. Por eso es importante que en las dinámicas que surgen desde los colectivos populares y vecinales estas actitudes sexistas y machistas estén desterradas en su totalidad y que los espacios festivos y reivindicativos sean espacios libres de cualquier atisbo de violencia sexista. Los protocolos pensados y debatidos deben ser parte indispensable en cualquier actividad que realicemos en los barrios y en Iruñea y tenemos que trabajar para que un día no sean necesarios.
Pero para ello hace falta que cada una de nosotras y nosotros seamos agentes activos en las actitudes que vayan construyendo el nuevo modelo de sociedad y seamos conscientes que cuando nos dicen o decimos NO, es NO, no hay más. Tenemos que ser intransigentes con ese tipo de actitudes y denunciarlas inmediatamente si somos testigos de ellas, arrinconando a los agresores e imposibilitándoles su presencia en cualquier lugar donde estemos.
Si personal y colectivamente somos agentes activos en este tipo de actitudes que fomentan una sociedad más justa e igualitaria obligaremos a las instituciones a adquirir compromisos reales y a emprender dinámicas de colaboración, más allá de las insuficientes campañas de imagen.
Mientras tanto seguiremos diciendo NO a las agresiones sexistas, NO al patriarcado que nos somete y NO a los agresores que no tienen espacio en nuestras fiestas, en nuestras dinámicas, en nuestra cultura, ni entre nosotras y nosotros.